Un mago camina en silencio por el bosque, con su farol proyectando una luz tenue que apenas ilumina un metro a su alrededor. De pronto, entre las sombras, descubre una puerta de forma ojival. Es oscura e impenetrable a la vista, pero algo en su contorno despierta un eco en su memoria. Hay una familiaridad inquietante en aquella silueta… un vestigio de su primer hogar. No es un lugar al que deba regresar físicamente, ni uno que pueda contemplar con sus ojos, sino un destino que lo llama desde lo más profundo de su ser.